• Email contacto@amecatméxico.org
  • Teléfono 52 55 1820 5905
Thumb
16 Feb, 2022

Un diagnóstico a tiempo siempre va a hacer la diferencia.

Hola, soy Irma Torres, soy mamá de 2 hermosas hijas que me han acompañado en este camino, esta nueva vida, soy química, empresaria, hija, esposa. En el verano del 2014, en una reunión familiar al tocar mi cuello, cosa que no acostumbramos, siento una bolita que me tomó por sorpresa. Les pedí a mi familia que me tocaran el cuello para ver si estaba sintiendo esa bolita. Mi mamá me comentó que por esas fechas habían operado a un familiar de cancer de tiroides y era algo totalmente desconocido para mi, sabía de cancer en otras partes del cuerpo pero nunca había escuchado del de tiroides.

Al siguiente día hice la cita con el oncólogo y me fui a hacer un ultrasonido. Ahí el radiólogo me dijo que como no me había dado cuenta que la bola era muy grande (37 mm, en lóbulo izquierdo) y como resultado era un posible adenoma o tumor de tipo papilar. También me mandó a hacer laboratorios, los cuales sus valores eran normales. Ya en consulta con el oncólogo con la valoración clínica, los estudios que llevaba, me explicó todo lo que podía estar ocurriendo, cuales eran mis opciones y entre ellas era empezar a tomar tratamiento de levotiroxina, esperando ver como se comportaba. Adicional a esto, mi esposo y yo teníamos dos años buscando el embarazo, por lo que al estar dos meses con el tratamiento de la levotiroxina, se pudo lograr el embarazo de mi hija menor, por lo que de igual manera en revisión con el oncólogo teníamos que esperar para tomar cualquier medida. Desde ese momento empecé seguimiento con endocrinólogo por la tiroides y el embarazo, teniendo control de esta etapa. Gracias a Dios, todo el embarazo fue normal, nació mi pequeña tan esperada, ella sana que era mi mayor preocupación. Empecé con la lactancia y todo iba muy bien, hasta que al volver al oncólogo, cuatro meses después para seguimiento con mi ultrasonido el tumor creció (57mm), por lo que había que hacer la cirugía, podía ser que fuera hemitiroidectomía o que fuera completa la tiroides, pero eso solo se sabría hasta la cirugía. Traté de no adelantarme, esperar el resultado y tomar acciones, mi mayor preocupación fue que iba a pasar con mis hijas de 5 años y la pequeña de 4 meses, con la que tenía que evaluar si cortar la lactancia, despendiendo del resultado por la aplicación del yodo radioactivo. El día de la cirugía, entre con miedo y a la vez con la confianza que cualquier resultado había que enfrentarlo. Al estar ya en mi habitación, veo a mi esposo y le pregunto, ¿Qué fue, niño o niña?, su respuesta, fue cancer… Mi familia que estaba afuera de mi habitación esperando verme, entraron y mi abrazaron, ya todos sabían pero no lo mencionamos. Cuando todos se fueron y me quedé sola con mi esposo, empecé a llorar, solté el mar de emociones que tenía guardadas en esas horas, cuando terminé dije, pues ahora vamos a darle a lo que sigue. Esto fue lo que me dolió mas en el proceso, tomar la decisión de cortar la lactancia por que ya había estado mi bebe con biberón estos días en lo que yo estaba en el hospital, era el dolor físico de dolor en el pecho por estar llena de leche y el dolor emocional por perder este vínculo tan valioso para mi bebe y para mi. Al darme de alta, el mejor oncólogo (para mi) me explicó que seguía, mis paratiroides estaban completas, por lo que solo requería calcio temporal, mi garganta tenía molestias pero nada importante, tomar la levotiroxina de por vida para estar viva y controles de seguimiento primero muy seguidos y mas adelante espaciados. Y surgió mi pregunta mas importante, esto les pasaría a mis hijas? El Dr me dijo que no, no hay antecedentes familiares (soy la única que lo ha presentado en mi familia materna y paterna) por lo que no hay problema. Seguía esperar el resultado de patología para ver lo que seguía.

Lo que siguió fue el diagnóstico, cancer papilar de tiroides, todos me decían que era un cancer “bueno”, que de esto no me iba morir, que era mas fácil morir atropellada que de esto y cosas así… Pero lo que no saben, es que esto se llama cancer por una razón y las secuelas de vivir sin tiroides no son sencillas, tanto las físicas, como las emocionales y lo que lleva a la familia a vivir este proceso.

Al ser de tamaño grande y por el tipo de cáncer, era necesario que me dieran yodo, por lo que me indicó el médico que tenía que suspender la hormona tiroidea tres semanas y hacer dieta baja en sal. Recuerdo cuando empecé sin la pastilla que en la mesa, comiendo los 4, que pasaba por mi mente que no iba a poder ser la misma mamá para la bebe como fui para la grande y no podía dejar de llorar, por lo que le comenté a mi esposo que necesitaba ayuda, necesitaba buscar terapia que me ayudar a llevar esta enfermedad. Comencé terapia con una psicooncóloga/tanatóloga y me ayudó mucho, y trabajamos mucho mi miedo al yodo radioactivo, me preocupaba mucho el daño que podría hacerles a mis hijas con la radioactividad que iba a tener. Mi esposo se puso a investigar, ver la forma de como ayudarme con la ausencia de la hormona y encontró artículos acerca de Thyrogen, un medicamento que podía ayudarme a no dejar la hormona y estimular la captación del yodo radioactivo. Como yo tenía ISSSTE, este me lo podían proporcionar de manera gratuita, ya que es un medicamento costoso, así que ya estaba lista para que me dieran el yodo y poder continuar con el tratamiento y eliminar cualquier rastro de tejido tiroideo que pudiera quedar después de la cirugía. Ahora mi preocupación era cuantos días tenía que estar aislada de mis hijas, por que eran muy pequeñas, estaba descrito para el caso de los adultos, pero para los niños o bebes no había mucha información, me apoyé con el oncólogo y con la pediatra de mis niñas para saber cual sería la mejor decisión por su bien. Y ahí fue cuando me puse a investigar como era esto en otros pacientes, no conocía a nadie, así que llegué al grupo de cancer de tiroides de Chile, ellas me aconsejaron y también me canalizaron con Claudia Figueroa de AMECAT. Me despedí de mis chiquitas y fui a la clínica, todo era nuevo, tenía mucho miedo, pero sabía que era para bien. Me dieron el yodo y no sabía a nada, no era verde como lo imaginé. Y ahí me quedé sola, las enfermeras no pasaban la barrera de plomo y eso me hacía preocuparme mas por las niñas, tomé mucha agua, comí dulces ácidos y gotas de limón, todos los consejos que me habían dado. Una linda doctora me mandó café y revistas para hacer mi rato ameno. Al salir, una enfermera me llevó a la salida, me tocó el hombro y me dijo todo va a estar bien, me hizo sentir humana, que no apestaba o no era tóxica, me alivió el alma. En el aislamiento, toda mi familia me ayudó a cuidar a mis hijas, mis amigos estuvieron al pendiente, mis tías me mandaban comida, mi papá se encargó de mi, trabajé, leí, limpié, caminé en un cuarto, hacía ejercicio, veía series y lo mejor del día ver a mis enanas en videollamada, ver como crecían esos días, esos pequeños y a la vez tan grandes logros de la bebe al sentarse y una nena enseñándome lo que hacía en su clase de gimnasia. Ahí empecé a investigar y decidir cuantos días tenía que estar lejos de ellas para no hacerles daño, y el consenso de la información del oncólogo, la pediatra y sus colegas y la asociación fueron 3 semanas, el tiempo mas largo de mi vida. Y ahí Clau me dijo, recuerda que esto no es para siempre.

Y así fue! Casi siete años después, con una cirugía exitosa, un seguimiento por mi oncólogo y endocrinólogo, un yodo muy efectivo, ser muy responsable con mi tratamiento y controles, han contribuido a que hasta el momento no haya recidivas.

He vivido tantas cosas en este tiempo, AMECAT llegó a mi vida para quedarse, me nombraron coordinadora del grupo de San Luis Potosí, empecé a organizar junto con Sofy los cafés tiroides por acá. A compartir mi experiencia y buscar apoyo para ser pacientes informadas. Nadie sabe lo que es tener cancer de tiroides, como otra paciente, una mariposa. Me preguntan que por que lo hago, por que a mi me han ayudado tanto, en el momento perfecto que no puedo no hacerlo, escuchar a alguien que lo necesita, ayudar a algun paciente que pueda necesitar algo y que este en nuestras manos hacer algo. He tenido la oportunidad de asistir a foros que organiza AMECAT, para aprender del grupo de médicos que asesoran a la asociación, a encontrarme con mis emociones con las meditaciones y reflexiones en estos foros. Asistir a congresos de pacientes con cancer y aprender tanto, conocer de cuidados paliativos y seguir sirviendo a los demás. Para mi, es mi enfermedad bendecida, he conocido a tantas personas en el camino y encontrado grandes amigas para toda la vida. Gracias AMECAT, gracias al comité, gracias a todas, gracias a los pacientes que me permiten ser el apoyo que un día yo sentí cuando mas lo necesitaba. Gracias a mis hijas que son mi vida y mis maestras, gracias a mi esposo y a mi familia que siempre están ahí. Gracias a Dios, por que entendí el significado del para que y no el por que estaba pasando por esto.

Y así fue! Casi siete años después, con una cirugía exitosa, un seguimiento por mi oncólogo y endocrinólogo, un yodo muy efectivo, ser muy responsable con mi tratamiento y controles, han contribuido a que hasta el momento no haya recidivas.

Siguiente